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La iglesia, los penes y las vaginas *
La Iglesia s?lo puede ser reaccionaria; la Iglesia s?lo puede estar de parte del poder; la Iglesia s?lo puede aceptar las reglas autoritarias y formales de la convivencia; la Iglesia s?lo puede aprobar las sociedades jer?rquicas en que la clase dominante garantice el orden; la Iglesia s?lo puede detestar cualquier forma de pensamiento aunque s?lo sea t?midamente libre; la Iglesia s?lo puede estar en contra de cualquier innovaci?n antirrepresiva (esto no significa que no pueda aceptar formas, programadas desde arriba, de tolerancia: practicada en realidad, desde hace siglos, no ideol?gicamente, seg?n los dict?menes de una ?Caridad? disociada -repito, no ideol?gicamente- de la Fe); la Iglesia s?lo puede actuar completamente al margen de las ense?anzas del Evangelio; la Iglesia s?lo puede tomar decisiones pr?cticas mencionando s?lo formalmente el nombre de Dios, e incluso alguna vez olvid?ndose de hacerlo; la Iglesia s?lo puede imponer verbalmente la Esperanza porque su experiencia sobre los hechos humanos le impide alimentar ninguna especie de esperanza; la Iglesia s?lo puede (para llegar a temas de actualidad) considerar eternamente v?lido y como un paradigma su concordato con el fascismo. Todo esto se ve muy claro a trav?s de unas veinte sentencias ?t?picas? de la Sacra Rota, tomadas de los 55 vol?menes de las Sacrae Romanae Rotae Decisiones, publicados por la Librer?a Pol?glota Vaticana desde 1912 hasta 1972.?
???? No hab?a necesidad de leer este florilegio para saber todo lo que antes he enumerado de forma sumaria. Pero sin embargo las confirmaciones concretas -en este caso la ?vivacidad ? involuntaria de los documentos- refuerzan las viejas convicciones tendentes a la inercia. M?s que como lectura literaria estas ?sentencias? presentan notables elementos objetivos de inter?s (como observa Giorgio Zampa que ha hecho el prefacio del volumen). Aluden con la violencia de la objetividad -o sea de la referencia a la matriz com?n- a toda una serie de situaciones novelescas:?
Balzac (?Emilio Raulier hab?a decidido asociarse a un tal Jos? Zwingesteiln, pero no ten?a el capital preciso para ello...?, ?Si pap? Planchut me diera la cantidad...?), Bernanos, o Piovene (Frida... se qued? hu?rfana de padre y madre siendo a?n una ni?a y fue enviada a casa del abuelo, que le hac?a de padre, quien la mand? al colegio de N. N. en donde estuvo hasta los quince a?os...?), Sologub (?Al ser muy rica, en cuanto pas? de la pubertad, muchos pidieron su mano al abuelo, entre los que se contaban algunos de rancia y noble familia...?), Pushkin (Los campesinos contemplaron boquiabiertos la pompa nocturna de la boda celebrada en la capilla privada de la finca, entre Mar?a y el subteniente Miguel en la medianoche del 8 de junio de 19...?), Pirandello, Brancati y Sciascia (?Fascinada por la apariencia de Giovanni, joven de veintiocho a?os, cat?lica y piadosamente educado, Renata, que ten?a ocho a?os menos que ?l y que hab?a sido criada seg?n principios y costumbres liberales, se prend? de ?l...?, ?as? que ella contrajo matrimonio para satisfacer su libido, y no pudiendo obrar de otra manera ya que ?l al menos desde el punto de vista formal era cat?lico y practicante?).?
???? Confieso que me he le?do este libro como novelista o quiz? como director de cine. La casu?stica es tal que desde luego no se encuentra cada d?a. Pero me he quedado escandalizado (en una lectura tan profesional) de ver c?mo aparece la Iglesia a trav?s de este libro. Por primera vez se revela incluso formalmente desvinculada de las ense?anzas del Evangelio. Ya no digo una p?gina, es que ni una l?nea, ni una sola palabra recuerda, en todo el libro, aunque sea a trav?s de una cita ret?rica o edificante, al Evangelio. Cristo no interviene para nada, es letra muerta. S?, se nombra a Dios, es verdad; pero s?lo a trav?s de alguna f?rmula (teniendo ante los ojos s?lo a Dios, invocado el nombre de Cristo?), o poco m?s, pero siempre con inerte solemnidad lit?rgica que no diferencia en nada estas ?sentencias? de cualquier texto sacerdotal fara?nico o suras cor?nicas. La referencia es sencillamente autoritaria y nominal. Dios no penetra nunca en el meollo de los razonamientos que hacen que los ?auditores? anulen o confirmen un matrimonio, y por tanto tampoco en el juicio pronunciado sobre el hombre o la mujer que piden el ?divorcio? y de la muchedumbre de testigos y de parientes que representan su vida social y familiar. Lo que los jueces emplean es el c?digo, ya est? bien. Esto se puede justificar por el hecho de que el c?digo es espec?fico y especializado. Pero ese c?digo nunca es le?do ni aplicado cristianamente: lo que cuentan en ?l son sus normas, y se trata de normas puramente pr?cticas, que traducen en t?rminos de sentido ?nico conceptos irreductibles como, por ejemplo, ?sacramento?.?
???? La llaneza l?gica que se deriva es digna de los peores tribunales borb?nicos (si se quita a los foros meridionales la pasi?n hirviente y el amor por el derecho aunque s?lo sea formal). El horroroso tono gris eclesi?stico carece t?tricamente a?n m?s de toda clase de ?calor humano? que el borb?nico. Los hombres, a los ojos de los jueces de la Sacra Rota, aparecen totalmente privados no s?lo de toda inclinaci?n al bien sino, lo que es peor, de toda vitalidad para cumplir el mal (o el no-bien). Conocidos desde siempre por sus debilidades, no presentan ninguna novedad. Su desesperado deseo de conseguir de la vida lo poco que pueden, quiz? incluso a trav?s de mentiras, hipocres?as, c?lculos, reservas mentales, etc. (todo ese instrumental que al fin y al cabo hace a los hombres hermanos) a los ojos de la Sacra Rota no merecen ser materia ni de meditaci?n, ni de conmoci?n, ni de indignaci?n. Los ?nicos acentos de indignaci?n en todas estas sentencias son de car?cter ideol?gico; es decir, que tienen como blanco la cultura laica y liberal y, naturalmente, y lo que es a?n peor, la cultura socialista. Contra el fascismo se pronuncian palabras de condena, pero se trata de la condena objetiva que se pronuncia indiferentemente contra todas las debilidades humanas y los pecados. Fascismo y debilidades humanas forman parte, indistintamente, de una realidad, fundada sobre poderes instituidos, que parece ser la ?nica que reconoce la Iglesia. Por otra parte estos jueces tampoco se dejan llevar nunca por arranques de simpat?a o de aprobaci?n. Los ?nicos casos, tambi?n en este sentido, son puramente formales. Se considera por ejemplo con simpat?a y se aprueba a las personas que, socialmente, son consideradas como ?cat?licas y observantes?. Sobre este punto los jueces de la Sacra Rota no tienen recato: est?n dispuestos a cualquier disociaci?n y a cualquier contradicci?n removiendo cualquier posibilidad de casu?stica jesuita (que parece su modelo l?gico principal). Por ejemplo, una chica es impotente a causa de una contracci?n vaginal de car?cter hist?rico. Esto los jueces lo saben: ?y lo tienen en cuenta! Pero ni por un momento se les ocurre remotamente relacionar esa monstruosa forma de histerismo con la educaci?n r?gidamente cat?lica que ha recibido esa chica en un colegio de monjas -por lo que hab?an tenido palabras de indiscutible elogio-. Por otra parte en una causa de nulidad matrimonial debida a la impotencia, esta vez, del c?nyuge, no le escatiman a aquel pobre desgraciado ninguna de las m?s atroces condenas con que se marca, se margina, se lincha a un impotente, cuando dicha impotencia se debe a la homosexualidad. Parecen simplemente dispuestos a entregarlo a manos de un verdugo para que lo encierre en un lager, en espera de eliminarlo en alg?n horno crematorio o en alguna c?mara de gas.?
???? No se ha profundizado por su parte si por casualidad tambi?n ?l hab?a estudiado en un colegio de curas (con la consiguiente represi?n sexual), no se han planteado si a lo mejor su tentativa de matrimonio ten?a como finalidad mendigar un t?tulo de honorabilidad o de normalidad con la vecindad o quiz? incluso la b?squeda ilusoria de una situaci?n materna.?
???? Tampoco se han planteado si se hab?a casado por inter?s, por miserable c?lculo (cubrirse la espalda haci?ndose mantener, el pobre): no. Lo ?nico que les ha interesado a los jueces es el puro y simple dato de su indignidad social: la maldici?n que lo coloca fuera de aquella realidad donde las debilidades humanas, los pecados y el fascismo encuentran una posibilidad objetiva de existir. Pero lo que m?s impresiona (escandaliza) al leer estas sacras sentencias, es la degeneraci?n de la Caridad. He dicho que los que dictan estos textos nunca se refieren, sinceramente, a Dios y a sus razones: la Fe y la Esperanza tienen cabida s?lo como fundamentos de reglas: fundamentos a los que no se acude nunca, confiriendo a las autoridades -es decir a santo Tom?s o a alguna lumbrera de derecho can?nico desconocida por nosotros- la responsabilidad normativa del hecho. En cuanto a la relaci?n entre la Fe y la Esperanza y los c?digos que se han creado (en este caso, los c?digos que regulan las anulaciones matrimoniales, y que por tanto definen el matrimonio), los jueces no entran nunca en materia. Es c?erto que el plano puramente pr?ctico en que act?an les podr?a permitir una justificaci?n a este respecto: pero si en dicho plano pr?ctico pueden ignorar la Fe y la Esperanza, lo que no pueden ignorar es la Caridad.?
???? Y eso es lo horrible. La Caridad, que es el m?s elevado de los sentimientos evang?licos, y el ?nico aut?nomo (puede haber Caridad sin Fe y Esperanza, pero sin Caridad, la Fe y la Esperanza pueden ser hasta monstruosas), queda degradada aqu? a mera medida pragm?tica, de un qualunquismo y de un cinismo que resultan escandalosos. Parece como si la Caridad s?lo sirviera para descubrir a los hombres en su m?s escu?lida y atroz desnudez de criaturas: sin perdonarlos ni comprenderlos despu?s de haberlos descubierto tan cruelmente. El pesimismo hacia el hombre terrenal es demasiado total como para consentir el ?mpetu del perd?n y de la comprensi?n. Arroja una confusa luz pl?mbea sobre todo. Y no veo nada menos religioso y m?s repugnante que esto.?
* 20 sentencias de La Sacra Rota, a cargo de Stelio Raiteri, con pr?logo de Giorgio Zampa, Giorgio Borletti Editore. 1974.
?Tempo?, 1 de marzo de 1974?
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La Chiesa, i peni e le vagine *
La Chiesa non pu? che essere reazionaria; la Chiesa non pu? che essere dalla parte del Potere; la Chiesa non pu? che accettare le regole autoritarie e formali della convivenza; la Chiesa non pu? che approvare le societ? gerarchiche in cui la classe dominante garantisca l?ordine; la Chiesa non pu? che detestare ogni forma di pensiero anche timidamente libero; la Chiesa non pu? che essere contraria a qualsiasi innovazione anti-repressiva (ci? non significa che non possa accettare forme, programmate dall?alto, di tolleranza: praticata, in realt?, da secoli, a-ideologicamente, secondo i dettami di una ?Carit? dissociata - ripeto, a-ideologicamente - dalla Fede); la Chiesa non pu? che agire completamente al di fuori dell?insegnamento del Vangelo; la Chiesa non pu? che prendere decisioni pratiche riferendosi solo formalmente al nome di Dio, e qualche volta magari dimenticandosi di farlo; la Chiesa non pu? che imporre verbalmente la Speranza, perch? la sua esperienza dei fatti umani le impedisce di nutrire alcuna specie di speranza; la Chiesa non pu? (per venire a temi di attualit?) che considerare eternamente valido e paradigmatico il suo concordato col fascismo. Tutto questo risulta chiaro da una ventina di sentenze ?tipiche? della Sacra Rota, antologizzate dai 55 volumi delle Sacrae Romanae Rotae Decisiones, pubblicati presso la Libreria Poliglotta Vaticana dal 1912 al 1972.?
???? Non c?era bisogno certo della lettura di questo florilegio per sapere le cose che ho qui sopra sommariamente elencato. Tuttavia le conferme concrete -in questo caso la ?vivacit? involontaria dei documenti - rid? forza a vecchie convizioni tendenti all?inerzia. Per quel che riguarda una lettura letteraria, queste ?sentenze? hanno poi notevoli elementi oggettivi di interesse (come osserva il prefatore del volume, Giorgio Zampa). Esse alludono con la violenza dell?oggettivit? - ossia dei riferimento alla matrice comune a tutta una serie di situazioni romanzesche: Balzac (?Emilio Raulier aveva deciso di associarsi a tale Giuseppe Zwingesteiln, ma non aveva il capitale a ci? necessario...?, ?Se pap? Planchut mi desse la somma...?), Bernanos, o Piovene (?Frida... rimase orfana di entrambi i genitori ancora bambina e fu mandata dal nonno, che le faceva da padre, ne1 collegio delle suore di N. N., ove rimase sin quando ebbe quindici anni...?), Sologub (?Essendo molto ricca, non appena ebbe superata la pubert?, venne chiesta in sposa al nonno da molti, alcuni dei quali di vecchia e nobile famiglia...?), Puskin (?A bocca aperta i contadini ammirarono da lontano la pompa notturna delle nozze celebrate nella cappella privata della tenuta, tra Maria e il sottotenente Michele verso la mezzanotte dell?8 giugno 19...?), Pirandello, Brancati e Sciascia (?Affascinata dall?avvenenza di Giovanni, giovane di ventotto anni, cattolicamente e piamente allevato, Renata, minore di lui di otto anni e allevata secondo princ?pi e abitudini liberali, se ne invagh?...?, ?Quindi ella contrasse matrimonio per soddisfare la propria libidine, n? poteva fare diversamente, giacch? lui almeno dal punto di vista formale era cattolico e praticante?).?
???? Confesso che ? da romanziere che ho letto questo libro, o forse anche da regista. La casistica ? tale, da non potersi considerare cibo di tutti i giorni. Sono rimasto invece scandalizzato (in una lettura cosi professionale) da ci? che la Chiesa appare attraverso questo libro. Per la prima volta, essa si rivela anche formalmente del tutto staccata dall?insegnamento del Vangelo. Non dico una pagina, ma nemmeno una riga, una parola, in tutto il libro, ricorda, sia pure attraverso una citazione retorica o edificante, il Vangelo. Cristo vi ? lettera morta. Viene nominato Dio, ? vero: ma solo attraverso una formula (?avendo innanzi agli occhi soltanto Dio, invocato il nome di Cristo?), o poco pi?, ma sempre con inerte solennit? liturgica, che non distingue per nulla queste ?sentenze? da un testo sacerdotale faraonico o da un rotulo coranico. Il riferimento ? semplicemente autoritario, e, appunto, nominale. Dio non entra mai all?interno dei ragionamenti che portano gli ?Uditori? a annullare o a confermare un matrimonio, e quindi nel giudizio pronunciato a proposito dell?uomo e della donna che chiedono iI ?divorzio? e della folla dei testimoni e dei parenti che riempiono la loro vita sociale e familiare. Ci? che i giudici hanno in mano ? il codice; e va bene. Questo si pu? giustificare col fatto che il codice ? specifico e specialistico. Ma, intanto, quel codice non ? mai letto e applicato cristianamente: ci? che contano in esso sono le sue norme, e si tratta di norme puramente pratiche, che traducono in termini dal senso unico concetti irriducibili come, per esempio, ?sacramento?.?
???? La piattezza logica che ne consegue ? degna dei peggiori tribunali borbonici (se si toglie ai fori meridionali la passione ribollente e l?amore per il diritto sia pure formale). Lo spaventoso grigiore ecciesiastico ben pi? tetramente privo di ogni sorta di ?calore umano? che quello borbonico. Gli uomini, agli occhi dei giudici della Sacra Rota, appaiono completamente destituiti non solo di ogni inclinazione al bene, ma, quel che ? peggio, di ogni vitalit? nel compiere il male (o il non-bene). Come conosciuti da sempre nelle loro debolezze, essi non hanno pi? novit?. Il loro disperato desiderio di ottenere dalla vita quel poco che possono, magari attraverso menzogne, ipocrisie, calcoli, riserve mentali ecc. (l?intero armamentario che, tutto sommato, rende gli uomini fratelli) agli occhi dei giudici della Sacra Rota non sembra materia n? di meditazione n? di commozione n? di indignazione. I soli accenti di indignazione in tutte queste sentenze sono di carattere ideologico: hanno cio? come bersaglio la cultura laica e liberale, e, naturalmente, peggio ancora, la cultura socialista. Contro il fascismo vengono pronunciate parole di condanna: ma si tratta della condanna oggettiva che viene indifferentemente pronunciata contro tutte le debolezze umane e i peccati. Fascismo e debolezze umane fanno parte, indistintamente, di una realt?, fondata sui poteri istituiti, che ? la sola che la Chiesa sembra riconoscere. Peraltro questi giudici non si lasciamo mai andare nemmeno a slanci di simpatia o approvazione. Gli unici casi, anche in questo senso, sono puramente formali. Vengono per esempio viste con simpatia e approvate le persone che, socialmente, sono considerate ?cattoliche e osservanti?. Su questo punto i giudici della Sacra Rota non conoscono ritegno: sono pronti a qualsiasi dissociazione e a qualsiasi contraddizione, rimuovendo ogni possibilit? di casistica gesuitica (che pare il loro modello logico primo). Per esempio, una ragazza ? impotente a causa di una contrazione vaginale di carattere isterico. Questo i giudici lo sanno: e ne tengono anche conto! Ma non si sognano nemmeno lontanamente di collegare tale mostruosa forma di isterismo con l?educazione rigidamente cattolica che era stata impartita a quella ragazza in un collegio di suore - e per cui essi avevano avuto parole di indiscusso elogio. D?altra parte in una causa di nullit? di matrimonio dovuta alla impotenza, stavolta, del coniuge, essi non risparmiano a quel disgraziato nessuna delle pi? atroci condanne con cui si bolla, si emargina, si lincia un impotente, quando tale impotenza ? dovuta a omosessualit?. Essi sembrano semplicemente pronti a consegnarlo nelle mani di un boia che lo rinchiuda in un Lager, in attesa di eliminarlo in qualche forno crematorio o in quaiche camera a gas.?
???? Non si ? comunque approfondito, da parte loro, se per caso anche lui avesse studiato in un collegio di preti (con conseguente repressione sessuale), non ci si ? chiesto se per caso il suo tentativo di matrimonio avesse lo scopo di mendicare patenti di onorabilit? o di normalit? presso il vicinato, o fosse addirittura la ricerca annaspante di una situazione materna.?
???? Non ci si ? nemmeno chiesto, d?altronde, se egli si fosse sposato per interesse, per miserabile calcolo (coprirsi le spalle facendosi mantenere, poveraccio): no. L?unica cosa che ha interessato i giudici ? il puro e semplice dato della sua indegnit? sociale: la maledizione che lo vuole fuori da quella realt? in cui debolezze umane, peccati e fascismo, trovano una possibilit? oggettiva di esistere.?
???? Ma ci? che pi? colpisce (scandalizza) leggendo queste sacre sentenze, ? la degenerazione della Carit?. Ho detto come mai gli estensori di questi testi si riferiscono sinceramente, o almeno con una certa passione, a Dio e alle sue ragioni: Fede e Speranza vi hanno spazio solo in quanto fondamenti di regole: fondamenti a cui non si risale mai, deferendo alle autoriti? - cio? san Tommaso o qualche luminare di diritto canonico a noi ignoto - la responsabilit? normativa del fatto. Quanto al rapporto tra Fede e Speranza e i codici che ne sono nati (nella fattispecie, i codici che regolano gli annullamenti del matrimonio, e che definiscono quindi il matrimonio), i giudici non entrano mai nel merito. ? vero che il piano puramente pratico su cui essi operano potrebbe consentire loro una giustificazione in proposito: ma, su tale piano pratico, se essi possono ignorare Fede e Speranza, non possono per? ignorare la Carit?.?
???? Ed ecco l?orrore. La Carit?, che ? il pi? alto dei sentimenti evangelici, e l?unico autonomo (si pu? dare Carit? senza Fede e Speranza: ma senza Carit?, Fede e Speranza possono essere anche mostruose), viene qui degradata a pura misura pragmatica, di un qualunquismo e di un cinismo addirittura scandalosi. La Carit? pare nor servire a niente altro che a scoprire gli uomini nella loro pi? squailida e atroce nudit? di creature: senza n? perdonarli n? capirli, dopo averli cos? crudelmente scoperti. Il pessimismo verso l?uomo terreno ? troppo totale per consentire l?empito del perdono e della comprensione. Esso getta un?indistinta luce plumbea su tutto. E non vedo niente di meno religioso, anzi, di pi? ripugnante, di questo.?
* 20 sentenze della Sacra Rota, a cura di Stelio Raiteri, prefazione di Giorgio Zampa, Giorgio Borletti Editore. 1974.
?Tempo?, 1? marzo 1974?
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